“El tirano muere y su reino termina. El mártir muere y su reino comienza”.
(Sören. A. Kierkegaard)
No hay “dulce” tiranía, igual que no hay abuso “cariñoso”, como tampoco puede existir la “rica” miseria.
La perversión del lenguaje, que tiene por objetivos entre otros el de confundir para enfrentar, el de ocultar para medrar, en definitiva busca la sumisión de las conciencias y por ende de las voluntades porque nos desposee de valores y, por qué no, también sentimientos, sobre los que fuimos construyendo lo que somos.
Se trata de edulcorar realidades que sin esa capa de perverso y sibilino buenismo, no serían aceptados sino todo lo contrario.
Se trata en definitiva de hacer girar hacia lo que una mayoría no se desea, porque importen, interesen o se ambicionen otras “cosas”.
El lenguaje y su malintencionada manipulación puede convertirse en un arma/herramienta capaz de gobernar una mente y por consiguiente imponer un criterio, una actitud de cara a un futuro. Un arma letal para la conciencia. Así lo afirmó en su libro La lengua del Tercer Reich Victor Kemplerer «Las palabras pueden actuar como dosis mínimas de arsénico: uno se las traga sin darse cuenta, parecen no surtir efecto alguno, y al cabo de un tiempo se produce el efecto tóxico»
Quizá resulte fácil programar una máquina. Y yo me pregunto y te pregunto ¿Es fácil programar al ser humano? ¿Hacerlo callar o hablar cuando sea preciso? ¿Aceptar aquellas “dulces” tiranías? …
Se trata de ir tergiversando hábil y sutilmente, controlando su adecuación temporal, términos o conceptos sobradamente conocidos de manera general, por otros que “escondan” la verdad que se pretende, olvidemos o descartemos. Algunos ejemplos en el ámbito de una realidad social, mediática, política, económica, religiosa, cultural, etc. sobradamente conocida por la mayoría: «Paro: tasa nacional de empleo» «IRPF: Recargo temporal de solidaridad» «Emigración: movilidad exterior» «Pérdidas: crecimiento negativo» «Todas, todos, todes» «Mujer: Ser menstruante» «Aborto: Derecho reproductivo» «Pescadores de hombres (Mateo 4:19-20): Pescador de Personas» … Así les será fácil adoctrinar haciendo reales la tiranías.
Llegados a este punto conviene tener presente la denuncia dejada en su libro Morderse la lengua por el exdirector de la RAE Darío Villanueva donde, a modo de prevención, escribía «La perversión del lenguaje que llega al discurso y del discurso a la sociedad que asume la perversión»
Creo que una apuesta consciente y responsable basada y en torno al pensamiento crítico, debe imponerse entre otras a través de la educación. No nos podemos conformar con conocer simplemente lo necesario. Debemos, como individuos y sociedad, ir un paso más allá. Ser más exigentes con nosotros mismos y con aquellos en los que delegamos. No podemos, quizá porque no debamos, aceptar ninguna forma de tiranía rechazando y denunciando todas aquellas en las que se puedan «disfrazar».
Juan A. Pellicer
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