Poeta a ratitos, ciudadano siempre©

por | Feb 28, 2025 | 2 Comentarios

«Quien tiene algo que decir y no lo dice, se convierte en cómplice de los tiranos.»

(Juan Zorrilla de San Martín)

     Me dicen algunos, con esa estúpida condescendencia paternalista tan propia de los mediocres ilustrados, que debería limitarme a escribir sobre los amaneceres, los besos demorados, las nostalgias sin fecha de caducidad y los crepúsculos que se desangran sobre el horizonte, es decir, a no salir de mi Mar Menor de España haciendo de él mi cueva dorada. Que mi espacio natural, mi cubil legítimo, son las metáforas suaves, las emociones tibias y la melancolía digerible. Que un poeta, para ser aceptado en el selecto club de los dóciles, debe conformarse con perfumar la realidad, nunca morderla, permaneciendo siempre balanceándome en la sedosa “espuma” de los días.

     Al parecer, el amor por la belleza es incompatible con el desprecio a la mentira, la repugnancia por el atropello o la náusea que me provocan los tiranos de guante blanco. Esa incompatibilidad la han decretado, cómo no, los comisarios culturales de la nueva moral, esos funcionarios del pensamiento que expiden carnés de poeta válido o de apestado reaccionario según su conveniencia. Son los mismos “progres” que venden la libertad de expresión al peso y precio de saldo, mientras proclaman con la boca llena que son los salvadores de patrias y democracias.

     Dicen que es incompatible ser poeta y ser libre; ser poeta y ser crítico; ser poeta y no comulgar con las ruedas de molino que el poder coloca sobre el perverso altar de su propaganda. Que si uno escribe versos sobre el temblor de la carne enamorada, ya no puede escribir párrafos que desenmascaren la vileza de los que venden la dignidad al mejor postor. Y aquí es donde yo sonrío, con esa mezcla de ironía y desprecio que solo puede permitirse quien ya hace muchos años decidió que jamás sería un lacayo, porque no fui educado para morir lamiendo botas, ni para robar sonrisas o aprobaciones de miserables sin vergüenzas.

     Porque precisamente por ser poeta —no a pesar de ello—, me siento obligado a alzar la voz. Porque no entiendo la belleza sin dignidad, ni el arte sin compromiso. Porque me niego a ser una planta ornamental en el salón de un “régimen” que me quiere mudo, indiferente, sumiso y agradecido. Mi palabra, con su torpeza y su eterna y bendita duda, es un modesto acto de resistencia y rebeldía. Una gota de agua en un mar de indiferencia, sí, pero una gota que no se vende ni se arrodilla y que además, se siente una y viva junto a otros millones de gotas.

     Ser poeta no me hace menos ciudadano, me hace más. Porque cada amanecer que celebro es una razón más para no permitir que me lo arrebaten. Porque cada palabra de amor es incompatible, sí, pero con la tiranía, la infamia y la indignidad. Y porque quien pretenda encerrar a la poesía en un jardín con rejas, aunque sean de oro, no entiende ni de poesía, ni de libertad, ni de vida.

     Así que sí, escribo sobre el viento en la piel y el sol que gotea luz sobre el mar. Sobre el amor y también el desamor. Sobre la tristeza y la alegría … Pero también escribo sobre la traición de los cobardes, la mentira como política de Estado y el silencio cómplice de quienes han hecho del arte, o pretender hacer, una alfombra roja para dictadores de buen talante y poca monta.

     Me llaman poeta. Pero, sobre todo, soy yo y me siento libre. Y esa es la mayor ofensa para quienes viven de domesticar comprando conciencias y vender dignidades al por mayor.

     Juan A. Pellicer

     Sursum Corda (Arriba los corazones)

 

2 Comentarios

  1. José Ángel Castillo Vicente

    Un texto sobresaliente en defensa de tu derecho a expresar cualquier tipo de sentimiento. Y hoy, en el actual estado de desvergüenza y el Vía Crucis que supone soportar un simple telediario, es más necesario que nunca alzar la voz y denunciar la impostura que nos ahoga. Felicidades por no buscar lo fácil, sino la verdad, con su empinada cuesta casi inaccesible en estos tiempos decadentes en valores y plenos de iniquidad.

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    • Pellicer

      Muchas gracias José Ángel por hacerte eco y solidario con estas letras y su mensaje. Somos un mar inmenso e imparable.
      Un abrazo fuerte desde el Mar Menor de España.

      Responder

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