La docta ignorancia fue la designación dada a la imposibilidad de conocer a Dios, por San Agustín, difundida por el filósofo cristiano Nicolás de Cusa. El término fue afinado por otros pensadores, para fijar la idea de lo que caracteriza al éxtasis místico: “Nuestro espíritu es arrebatado por encima de sí, con una docta ignorancia en la oscuridad y el éxtasis”.
Nada podemos conocer racionalmente de lo divino, la palabra que nos lleva a la esencia de Dios. Esta imposibilidad racional nos deja en la incertidumbre y el silencio: Dios es el infinito y está fuera de toda proposición relacionada con lo finito, es decir con el hombre.
Fuera de los sentidos nada podemos entender del mundo. El hombre antiguo tenía un sentimiento de confianza hacia lo que estaba en su hábitat, su mundanal espacio: Era un cosmos: orden y armonía.
Después, con la entrada del modernismo y hasta hoy día, el ser humano está imbuido de desconfianza, y el mundo es el caos.
El pensamiento acerca de Dios y su realidad sigue en pie, pero ahora se ha abierto un sendero nuevo a la duda de lo que vive más allá de las percepciones sensoriales. La metafísica no aborda únicamente el concepto de Dios; también fija su atención en el misterio de lo inabordable del universo, valido de pobres herramientas para resolver el secreto del mundo metafísico.
Alejo Urdaneta
Abogado. Escritor. (Venezuela)
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