La mirada hacia lo eterno nos lleva a veces a darnos de bruces contra bellezas mas próximas a nosotros de lo que nos parece, no importa el estado de animo en el que nos encontremos, eso no importa, la belleza nos sorprende a traición, sin esfuerzo alguno, toca sentimientos, temores, deseos, y sin reflexionar si la vemos o la sentimos, la belleza sigue ese camino recto que sana nuestros dolores, alegra nuestras soledades, y agradece como un niño que dejemos descansar nuestras miradas en sus brazos.
Eso suele pasar cuando el bello se eriza por esa palabra única, esa y no otra que crece en ese verso y lo agiganta por ese amanecer sangriento, herido por los rayos del sol, enrojecido en esa mágica hora y no en otra.
En ese especial momento nuestra alma se embelesa sin saber cómo, y quedamos a solas frente al espíritu de Dios.
He dicho siempre que crear belleza solo es privativo de dioses, nos han dicho a lo largo de nuestra historia que estamos hechos a imagen y semejanza de ellos, pero ellos continúan en nuestro olvido, nosotros para no olvidarnos adquirimos ese estado desde donde nuestra alma, nuestras manos, nuestra garganta, pintan belleza, esculpen belleza, cantan bellas melodías, y en ese estado nos acercamos más a los dioses, más a mundos que construimos en nosotros y tratamos de destruir a lo largo de nuestra historia.
Soñar que somos nosotros esos artífices en destrucción, en la creación de sueños consistentes en arrebatar esa belleza entre el grito, la rebeldía y el desprecio hacia toda la vida que creamos, para luego echarnos las manos a la cabeza pidiendo perdones por lo acontecido, negándonos la culpa y culpando a la existencia.
Perdemos ese tiempo que es un obsequio cada segundo, buscando la defensa de no se sabe qué, ni el porque de traiciones de tanto loco suelto por el planeta azul, robando la alegría, la luz y los anhelos de esta burda raza bajada de los cielos sabiéndonos algunos herederos del sol que brilla en la belleza de aquellas bendiciones que esconden intenciones huyendo de miserias.
Puede ser que un día amanezca secándonos las plumas alas nacidas de sandalias para volar mas alto y descender a tierra como antaño Mercurio hacía con las suyas, y ya en la realidad vivir en nuestro arte en todas sus secuencias dejando en esta tierra modelos de vivencia y de afecto a lo nuestro, EL ARTE.
Después, a veces nos topamos con un Ícaro, con un corcel, con un árbol, y junto a ellos volvemos a creer lo maravilloso que sería ser parte de Dios.
Chema Muñoz
Cantautor, poeta.
(España)
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