Obra de Juan A. Pellicer

La traición vestida de mediocridad: El engaño de los falsos líderes©

por | Ago 25, 2024 | 4 Comentarios

«Con ser mediocre y saber arrastrarse se llega a cualquier parte»
(Pierre A. Caron de Beaumarczhais)

No son los mejores ni los más preparados, tampoco destacan por su experiencia social o profesional (algunos de ellos o ellas no han cotizado nunca por ningún puesto de trabajo, su vida laboral está vacía). Su excelencia y exigencia personal no son ni las más distinguidas ni las más acreditadas; sus principios éticos y morales no favorecen a las mayorías, antes al contrario, sus objetivos parecen ser los de avasallarlas y empobrecerlas. No se sienten concernidos por la defensa de los derechos democráticos como la libertad de expresión, la transparencia, la igualdad o la justicia, y no son abanderados de ninguna máxima patriótica.

No se les reconoce por ninguna hazaña en favor de la ciudadanía a la que dicen representar, en todo caso pasarán a la historia por todo contrario. No gozan del respeto de la mayoría del pueblo al que juraron defender, respetando y haciendo respetar la Constitución siendo leales a S.M. El Rey. No son capaces de defender ni siquiera lo propuesto en sus propios programas electorales (En muchos de los casos prometieron unas cosas y luego hicieron las contrarias). No están capacitados para ser garantes o depositarios de confianza, porque han perdido, como personas y como gobernantes, la de la mayoría de la población. No pueden prometer nada sin provocar mofa y ridículo generalizado. Su capacidad de movilización es cada vez menor… Demuestran ser tan pobres, ¡tan pobres, tan pobres!, que lo único que tienen es dinero que por cierto, ni siquiera es suyo; esta, además, es otra de sus señas de identidad … dar, regalar, repartir, subvencionar, con el dinero de los demás.

No son capaces de empatizar con los más necesitados ni de entender las demandas más básicas; no saben responder a una exigencia inmediata ni cumplir un compromiso, ni siquiera para con ellos mismos (hoy dicen una cosa y mañana la contraria, con la misma desvergüenza). No entienden de lealtades ni dignidades, desconocen la palabra honor y desprecian, por odio, soberbia e irresponsabilidad, el respeto que todos merecemos. Huyen del término «compromiso con todos», retorciéndolo hasta transmutarlo en «vuestro compromiso hacia mí». Viven instalados en la corrupción, en cualquiera de sus formas y caras. No les importa pagar (con el dinero de los demás) para comprar voluntades, ni les importa herir o dañar para mantenerse en sus poltronas. Han hecho de la mentira su bandera, del odio su mensaje, del conflicto su razón, del enfrentamiento su justicia. Sueñan despiertos en cementerios de víctimas con grupos perseguidos, con creencias demonizadas, con someter a los servidores de la justicia, a la que consideran trasnochada. Viven amasando deudas y favores, inventando cargos para pagar silencios e inacciones.

Este abanico de impresentables de toda índole y pelaje, con sus posturas y postureos, con sus trajes impolutos y sus dietas para todo, con sus descuentos y honores, con sus séquitos de ineptos lameculos y vividores entre tambores redoblando, se abre paso entre aplausos comprados por un mísero bocadillo de chorizo; con una sonrisa impostada, la mano forzada y la mente perdida en cualquier antro de luces de colores.

Estos se ofrecieron a representarnos, y les dijimos sí con nuestros votos. Nos juraron defensa y respeto, y les creímos. Nos vendieron vergeles de justicia y equidad, y confiamos. Gastaron mucho de nuestro dinero prometiendo devolvérnoslo en calidad de vida, bienestar social, ética política y regeneración democrática. Y todo fue un tremendo y premeditado engaño. Empeñaron su palabra ante nosotros diciéndonos que los culpables pagarían; que los ladrones devolverían todo lo robado; que el impostor sería descubierto; que nadie estaría por encima de la ley y que todos seríamos iguales ante ella. Nos dijeron que «nadie quedaría atrás»; que nadie usurparía nuestros hogares; que el avance en la investigación sería prioritario; que la vivienda sería un derecho alcanzable y la sanidad universal y sin barreras geográficas; que la educación llegaría a todos y que el español (el idioma que nos une, el de nuestros padres) no sería postergado ni perseguido en ningún rincón de España.

¿Por qué dimos tanto a quienes nunca lo merecieron? ¿Por qué seguimos conformándonos y aplaudiendo a los peores? ¿Por qué los mantenemos como modelos y líderes incuestionables?

Las respuestas a estas y otras muchas preguntas que dejo al aire quizá tengan más que ver con nosotros, nuestras necesidades, temores infundados o infundidos, complejos y frustraciones no del todo superados, que con estos miserables, encapsulados y perfectamente adiestrados en el arte de la manipulación.

Las mentiras vestidas del mejor tejido, cuyo único valor es la fingida pose de un perdedor, son la verdadera esencia de cualquier tirano que solo escucha su propia voz.

Juan A. Pellicer.

Sursum Corda (Arriba los corazones)

4 Comentarios

  1. H.G. Pacios

    POR QUÉ EL ESPAÑOL VOTA A MAMARRACHOS. La deriva mamarrachil de España.

    #Por_la_desmamarrachización_de_España

    ¿Es tiempo de confrontar y combatir, o tiempo de contar mentiras, tranlará?

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    • Pellicer

      Muchas gracias H.G. por dejar tu reflexión. Son tiempos difíciles donde nos estamos jugando muchas cosas muy importantes, y creo que debería haber una respuesta ciudadana general y de denuncia. Saludos.

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  2. Alfonso C.R.

    Cuánto de cierto hay en tu reflexion. Y además añadiría: el poder siempre corrompe, en mayor o menor medida, y lo que al principio eran promesas, luego se tornan en vanidades y desprecio al ciudadano y al votante.

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    • Pellicer

      Desgraciadamente así es como dices Alfonso. Agradezco el hacerte eco de mis letras dejando tu comentario. Saludos

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