La taberna de los rebeldes©

por | Oct 19, 2023 | 0 Comentarios

(De letras y versos contra el abuso y la desvergüenza)

“Solamente es igual a otro aquél que lo demuestra,
y solamente es digno de la libertad
aquél que sabe conquistarla”

(Charles Baudelaire)

En la negrura de la noche las sombras vagan dispersas buscando el consuelo arrebatado durante el día; en ella van quedando esparcidas las preguntas sin respuestas, agrandando las dudas sobre la pacifica existencia, llenando los silencios de tristezas, desvelos, frustraciones y melancolías.

Sensaciones que van configurando los momentos, dando forma a los equivocados pasados -que algunos hubo- e inventado inciertos futuros, desoyendo –quizá, porque tampoco había obligación de ello- tan involuntaria como inocentemente la palabra del santo padre “el futuro comienza hoy, no mañana” (Juan Pablo II).

Son los pasos que se van sucediendo en este incierto presente los que llevan al encuentro del instante en ese objetivo donde la quietud recobre el pulso del alma, el ritmo de las sonrisas a pesar de todos los pesares…

En ese concurrido y tan popular escenario donde los gritos no se escuchan y los lamentos se hacen lenguaje, uno llega al final de esa calle alumbrada por el quinqué que siempre estuvo, como advirtiendo e invitando a avanzar un poco más. Es ahí, en la aceptación de una realidad, donde se advierte la necesidad de asumir y continuar el legado, real o imaginario, del que se ha ido nutriendo nuestra existencia. Legado que nos ha empujado a continuar, el que nos ha moldeado a imagen y, quizá, semejanza, de quién aún está por descubrir en nosotros.

La taberna de los rebeldes es el punto preciso, el momento adecuado, el lugar donde el alma adquiere el protagonismo necesario como en la más grande de las batallas. Escenario donde se dan cita plebeyos y desheredados del sistema asolados por las indignidades de crueles vasallajes; arruinados y desposeídos por la inocencia de la bondad; indefensos maniatados a sus irrenunciables lealtades; anónimos héroes que hacen de la miseria impuesta la más honrosa de las banderas; la multitud silente que a la tenue luz del viejo quinqué se va organizando en la grandeza que siempre tuvo la historia de los pueblos. Allí, hombro con hombro, las miradas se van buscando en el mismo horizonte y con las mismas complicidades, y sin saberlo, haciéndose uno en la interminable cadena de susurros que, al otro lado de la calle, también comienzan a sentirse y escucharse. La magia de la taberna va vistiendo de razón los corazones. Ella -prodigio de inconformistas voluntades-, es la nota que va dejando de estar perdida en la melodía inacabada del nuevo canto a la libertad.

La taberna de los rebeldes no puede, no nació para ello, dejar de ser el lugar donde conocer y reconocer la magnitud de la tragedia, el poder del miedo, la sinrazón de la ofensa, la maldad del tirano, la crueldad de su existencia. Es el exquisito proscenio donde se van aunando esfuerzos, compromisos, voluntades y responsabilidades en la crítica y la denuncia; es la sana vocación de no dejarse atropellar… de no dejarse humillar.

En ese lugar donde el suelo no es de nadie, ni las puertas tienen cerraduras, donde ninguno es llamado y todos son bienvenidos, sus moradores no se unen para estar juntos, sino para juramentarse frente al oprobio. Para reinventarse ilusionados tras las humillaciones y desprecios recibidos… espacio único donde volver a SER.

Cansado y con el alma compungida -que no rendida- llego guiado por la esperanzadora luz del viejo quinqué a esta taberna donde la palabra soledad desaparece en el universo de la complicidad de las miradas; donde se vuelven a dibujar los afectos solidarios; donde no hay cabida para miserables comprados o vendidos.

Dejándote llevar de la luz del viejo quinqué, te invito a pasar, querido lector, y vivir estos anhelos de libertad compartiendo este simple y muy personal glosario de sentimientos.

La taberna de los rebeldes no es, no quiere ser sólo un libro de poesía, como tampoco es un compendio de imágenes más o menos sugerentes, o una cadena de artículos de opinión o expresivos carteles de denuncia, no. Esta taberna, en continua construcción, es la suma de anhelos escondidos e inventados en todas las páginas en blanco que a lo largo de estos últimos meses he tenido la ocasión y oportunidad de ir “robando” a los momentos plasmándolos desde la honestidad y la verdad de la que me siento más cercado, que no es otra que la mía, dando forma así a la inquietud –hermana gemela de la rebeldía- y desaprobación que uno siente al verse tan desprotegido, ofendido y humillado por tantos ineptos e irresponsables que en su día y por las promesas que nos hicieron, ganaron la confianza de la mayoría.
La obra que el lector tiene ahora entre sus manos, es o pretende ser, un canto a la libertad desde la dignidad de un simple aprendiz de poeta y escritor que, reconociéndose como una gota “caqui en un mar caqui”, sabe que el silencio, la frustración y el sometimiento ante la tiranía, no es la opción de vida, no al menos, la que “nuestros padres”, de cualquier campo, nos legaron.

A esta taberna de los rebeldes, de paredes blanquecinas y mesas jalonadas de corazones de amor, te invito con el deseo y la ilusión que la luz del viejo quinqué, que ahora comprendemos está tan dentro como fuera, nos ilumine a los dos.

“Despertar a lo trascendente
negando el grito y el desprecio,
saludando a la luna desde el desvelo
que dejó una despedida;
despertar una vez más frente al espejo de la soledad
para vernos y sentirnos vivos
en la maravillosa desnudez de lo que somos;
despertar a los caminos con la fuerza de los alientos,
con la verdad aprehendida en el alma,
con la ilusión intacta…
jugueteando con las sombras y la muerte…”

Juan A. Pellicer

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