En la pureza de la inocencia
quedó prendida la cálida voz
quebrando la sutil insinuación
del abrazo, del encuentro;
en la bondad del perdón
se anudaron todas las tragedias,
allí, donde el soñado azul se hizo verdad
los confines de la paz
se inventaron cercanos.
Fue el gris del día
en el estruendo de una tristeza
colmada de sinrazón
y ahogada de sentidas lágrimas,
que rompió la calma
volviendo triste la ilusión
envuelta del color
del rocío cuando nace.
Fue el gris travestido
con oropel de muerte,
quién alzó las manos que,
rendidas, dejaron de pedir;
fueron ellas, dóciles victimas
ofrendas a la voz de la maldad,
ellas, inocentes,
pintadas con la belleza de otro salmo
cantado a cualquier dios.
En la pureza de la inocencia
se reencuentran los caminos,
los que nos llevan y nos traen;
sendas para perderse felices
en la búsqueda de la vida
robada de cualquier día gris.
©Jpellicer
Días grises de la vida©
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