Es con inmensa satisfacción personal que presento mi último libro, Cartas de Molay. Este proyecto, iniciado en 2012, ha sido un viaje profundo de evolución literaria y autoconocimiento. Cada carta y cada conversación que conforman esta obra son confesiones íntimas que he compartido conmigo mismo, reflejando mis pensamientos y sentimientos más profundos.

Como autor, ver este sueño hecho realidad y por muchas razones, es una de las mayores alegrías de mi trayectoria. Cartas de Molay no solo representa años de dedicación y esfuerzo, sino también una obra que verdaderamente me satisface y me enorgullece.

No quiero dejar de expresar mi más sincero agradecimiento a tres artistas (cada uno en su campo) a los que tanto aprecio, respeto y valoro y que tan importantes han sido en este camino. A la psicóloga y escritora Judith Almonte Reyes, le agradezco profundamente por su prólogo, que aporta una sensibilidad y una perspectiva únicas a la obra. Su complicidad ha sido, para mí, inolvidable.

Igualmente, mi gratitud hacia la artista y escritora, mi querida amiga Carmen Salvá del Corral, es inmensa. Sus ilustraciones no solo complementan las palabras, sino que también capturan la esencia de cada carta con una belleza y precisión que solo ella podría lograr.

Y por supuesto a mi recordado Jorge Murillo Torrico por ser el artista y creador de los «Sentimientos» volcados en la obra pictórica que inaugura el libro. 

Gracias infinitas a Judith, Carmen, y Jorge, «Cartas de Molay» ha superado todas mis expectativas, convirtiéndose en un testimonio de crecimiento y realización personal.

Emocionado de compartir esta obra con ustedes, en la confianza que resuene en sus corazones tanto como lo ha hecho en el mío.

A partir de este día, Cartas de Molay deja de ser un poco mío para convertirse del todo suyo.

Juan A. Pellicer

Cartas de Molay

La presente obra CARTAS DE MOLAY, escrita por Juan Antonio Pellicer nos lleva por aquellos senderos donde la intuición y la espiritualidad juegan un papel importante  permitiendo el autoconocimiento, a la vez rescatando cada uno de los valores perdidos y olvidados en tiempos actuales, en el cual la tecnología devora a pasos agigantados la esencia de lo humano, cada vez más inmersos en la cotidianidad del caos diario, más que un libro es un manual obligatorio para llevarlo consigo y aprender a valorar nuestro existir, las letras del autor poseen esa magia de traslado a la época del siglo de oro, haciendo un claro recuento de todo aquello que se ha dejado de buscar como sociedad, se da por hecho que la majestuosidad de las letras pueden ser efímeras sin embargo la sensación de plenitud como lo hace en cada relato Juan Antonio Pellicer crea la beldad a épocas de grandes valores morales.

Es importante hacer mención que el autor logra una excelente compilación muy selecta de cuarenta y siete cartas, enfatizando en las revelaciones oníricas las cuales son primordiales para conocer cómo se entretejen historias de acuerdo con las necesidades de las sociedades actuales, la escritura es una herramienta del lenguaje y tal como lo hace JUAN ANTONIO PELLICER en esta obra es una forma sutil con la lentitud necesaria para recapitular tiempos memorables, la miseria humana se encuentra tácitamente en algunos acontecimientos que ha aquejado el buen vivir, no obstante es gratificante encontrar una narrativa tan llevadera como lo hace el autor para conocer y experimentar momentos catárticos en la misma energía del ser humano.

A través de la mirada del otro se puede dar testimonio de como las letras perpetúan a través del tiempo, en la presente obra el autor nos adentra a un mundo casi olvidado como lo es el género epistolar, el medio de comunicación más eficaz para la época del medievo, no obstante, fue tomando diversos tintes de acuerdo con los menesteres del momento, sin embargo, también evoca un romanticismo inusual en la contemporaneidad.

El alma emerge desde la creación de cualquier obra literaria, el valioso aporte del autor permite cruzar el umbral del conocimiento, da todo para que germine la duda en el lector, conduce por caminos inexplorables donde la conciencia surge y los recuerdos permanecen en la perpetuidad, recobrar la esperanza perdida, sentir alivio cuando aqueja fuertemente el dolor del alma, tener la firme convicción de que la escritura tiene el don de ser un bálsamo para curar viejas heridas las cuales pueden ser tratadas desde el amor, la tolerancia y la motivación solo por mencionar algunos de los valores a los cuales hace hincapié el autor. (…)

(Extraído del prólogo realizado por Judith Almonte Reyes)

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