Besos y besos©

por | Oct 18, 2023 | 0 Comentarios

Vista la trascendencia y capital importancia que ha tenido -y continúa teniendo- la escena del “beso” del presidente de la RFEF con una jugadora de futbol, donde medios de comunicación han dedicado ríos de tinta y páginas por doquier denunciando tan desafortunado acto exigiendo dimisiones; destacados y conocidísimos políticos no han dudado en lanzar voces y acusaciones contra el presidente del futbol español. Responsables de colectivos, organizaciones, incluso instituciones varias y muchas personas y personalidades públicas, no han dudado en el señalamiento, descalificación y la feroz crítica al afectuoso mandamás balompédico. Una autentica revuelta nacional, donde como siempre, los de siempre, no han perdido ocasión para exacerbar a una parte de la ciudadanía vestida de masa. La cual parece haber recogido el guante.

Una cruzada nacional por un beso y un abrazo en mitad de la celebración especialísima de un evento y ante millones de personas además, incluidas familias y amigos de los protagonistas.  Este ha sido en contexto de la desafortunada muestra de alegría justificada, efusividad desmedida, afecto seguramente compartido y en cualquier caso algo que tiene la trascendencia que se le quiera dar. En este caso, y por razones desconocidas, parece que toda.

¿Y esto porqué tiene que ser así? y ¿Por qué ahora?…

Los que me conocen saben de mi enfermiza incredulidad no exenta de esa sana manía de mirar y tratar de ver lo que ocurre en la dirección contraria a lo que me están diciendo que “debo mirar”. Digo esto porque, me pregunto ¿Cabe la posibilidad que, aun siendo y así lo creo, un desafortunado gesto, alguien o algunos estén tratando, de nuevo, de poner una venda en los ojos o hacer ruido para que no veamos o escuchemos lo que se está cociendo en “otras realidades”? ¿Cabe la posibilidad de, aprovechando cualquier desafortunada y pública escena, alguien, los de siempre, estén de nuevo arrimando las ascuas a sus “sardinas ideológicas”, a sus mantras de siempre, a sus banderas y eslóganes de los que viven y muy bien por cierto?

Estas y otras preguntas me las hago porque en otros casos y muchísimos más graves que lo que supone un simple beso, insisto, en mitad de la celebración de una fiesta mundial y teniendo por testigos a millones de personas, no recuerdo tanta pasión en la denuncia, tanta desmesura en la descalificación, tanta condena y amenazas…  y tantos golpes de pecho.  Porque, sigo preguntándome ¿Cuántos besos no deseados y robados? ¿Cuántos abrazos forzados teniendo que oler las pestilentes bocas y babas tan cercanas? ¿Cuántos tocamientos y abusos hasta el derrumbe moral o la entrega atemorizada o chantajeada? ¿Cuánto debieron sufrir y debieron llorar las niñas y niños que estaban a cargo de las instituciones de los centros de acogida de Valencia y Baleares gobernadas por muchos de los que hoy, muy finos y solidarios ellos, se lanzan a pecho descubierto a la denuncia por un beso – o un pico, que dicen los jóvenes-. ¿Cuánto han tenido que implorar las familias, amigos y otra parte de la clase política solidaria con el sufrimiento y el ataque a la dignidad de aquellas indefensas y desprotegidas niñas y niños a todos los que hoy, por un beso/pico, se han vestido de pulcros y jueces absolutamente nobles y puros, adalides de los más altos valores del ser humano?

Siento rubor además de total desprecio por estos vividores miserables que no sólo no dijeron nada entonces, sino que además se esforzaron mucho en obstruir cualquier acción, nacional o internacional, que llevara al esclarecimiento de la verdad. No hicieron nada, salvo volver a condenarlas una y otra vez, por aquellas mujeres, que aunque niñas si eran depositarias de dignidad porque nacieron con ella.  Precisamente y si se pudiera cuantificar, la más grande del mundo porque quizá sea la más vulnerable.

Condeno, rechazo y denuncio la estupidez y el desafortunado beso de este responsable deportivo.  Imaginen, si rechazo, condeno y denuncio este hecho, ¿cuánto no rechazaré, condenare y denunciaré las tragedias habidas bajo la responsabilidad de estos malnacidos que con todo el poder en sus manos, lo consintieron y lo silenciaron?

Juan A. Pellicer

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