Alba pensativa

por | Ene 24, 2024 | 0 Comentarios

El alba, lluviosa, me chispeó de gotas y un aguacero de reproches; ciertos, a lugar, en su mayoría, hay que decirlo. No tengo defensa, pues, aunque culpable, no la necesito; a quien piensa pensar, lo que hace es destruir sus invectivas.

Lo que me resta es asumir, en solitario, singular y único mis miserias y hacer lo que a bien tenga. Increpar se ajusta al troquel de todo pensamiento que, en su deslizamiento enojoso y virulento, se pulveriza en pausas y desconciertos.

Si a los hombres los fuese dado saber reflexiona más de. ., lo inmediato, lo concreto evanescente, es decir, los semblantes; si fueran sensibles a las verdades que gotean del alma, que, traslúcidas de adivinan en solo en los detalles y matices. Si tuvieran denuedo de hacer de sus propósitos acciones efectivas y no esos judos de rictus, risotadas de aspavientos sin el menor ritmo ni, aún menos, método, no actuarían jamás, ya que jugárselas en un acto, equivale a tambalear en lo incierto y resbaladizo de los bordes del abismo de un instante; ése, el que sigue y viene, sin saber si habrá vida o muerte

De ahí que toda intención ideática se mata en la pueril noria del pensamiento y, los pensantes, ateridos de susto y mal presagio, prefieren acabar con todo como lo hacen aquellos en la víspera de darle la cara al cadalso.

Somos como condenados en pleno aplazamiento lenguajero pero yo, intento tomar en serio los reproches, para, así, cerrar el círculo de la pompa y el prestigio del no-hacer, dejándome llevar por esa inercia mortecina y pensativa ,sin desesperar aunque desespere, atento a ese algo que sigue pues, fuera del decir, al cabo solo nos queda estar ahí; es por ese estando que podemos aspirar a merecer algo.

Guillermo Batista

Psiquiatra, psicoanalista, escritor
(Venezuela)

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