La Poesía del Rechazo: Condenando al Tirano que Desafía al Estado de Derecho©

por | Mar 12, 2024 | 0 Comentarios

«Un gobierno democrático se halla próximo a la libertad;
el de unos pocos, se halla próximo a la tiranía» (Tácito)

Desde la noche de los tiempos, la poesía ha sido un eco resonante de la voz de los pueblos, un clamor de resistencia contra la opresión y también una exigencia de justicia. En sus páginas impregnadas por la inspiración de sus musas, los poetas se alzan como amantes y defensores de la libertad asiendo la pluma como espada y el verso como escudo. Hoy, en la encrucijada de la tiranía y el Estado de Derecho, nos encontramos ante un gravísimo desafío: la condena y rechazo para un dictador y toda su corte de miserables vividores empeñado en desmantelar los pilares de la democracia, de nuestra democracia.

En el teatro, a veces tan obsceno y miserable de la política, la figura del dictador se alza como un actor perverso, con su maquillaje de poder y su disfraz de falsa legitimidad porque llegó y se perpetua mintiendo. Con palabras y actos de auténtica perversión teje una telaraña de engaños, buscando someter a la sociedad en las (sus) cadenas de sumisión. Pero la poesía no se somete al yugo del tirano, antes al contrario, se yergue con la fuerza de un millón de tempestades, desnudando el velo de la mentira dando voz a otra verdad distinta y desnuda sin las añagazas y miseria moral del sátrapa.

El dictador, desde su desprecio a la ley y la justicia, es el responsable de la maldad, construyendo «muros» de tiranía sobre las ruinas de la libertad que nos dimos. Su ambición por el poder es tan insaciable como enfermiza; no conoce límites devorando implacablemente la dignidad y la esperanza de aquellos que se atreven a desafiarlo. Pero la poesía, y volvemos a la esperanza, es la luz que aclara las sombras iluminando el camino de la tan necesaria como casi obligatoria diría yo, resistencia.

En las páginas de la poesía, escribimos dibujando el retrato del tirano, con acentos de condena y espacios de repudio. Sus acciones son tachaduras negras en la historia, borrando cualquier logro del pasado, ensombreciendo y empobreciendo el futuro, por ello nos quieren sumisos e ignorantes. Pero cada verso es y va a continuar siendo un grito de protesta; cada estrofa, un himno de libertad y cada palabra una piedra en el camino del tirano que solo lo conducirá a su perdición.

Desde el rincón más oscuro de la cárcel hasta la cima más alta de la montaña, la poesía resuena con la voz de aquellos que sufren bajo el yugo del dictador. En cada verso se encuentra la esperanza de un mañana mejor, la promesa de un mundo donde la justicia reine siendo igual para todos y donde la libertad sea inquebrantable.

En este hoy tan convulso como turbulento, la poesía y sus orfebres -aquellos locos poetas-, comprometida con la sociedad de la que nacen, se erige como un bastión -uno más- de resistencia contra la opresión y la miseria moral a la que estos malnacidos quieren condenar a sus pueblos.

Como simple aprendiz de poeta que soy y no quiero dejar de ser, condeno al dictador con cada palabra y cada verso que escribo, rechazando su tiranía y defendiendo el Estado de Derecho con la magia, la fuerza y el poder de la poesía. Porque en ella o desde ella, el poema es otra «voz» que se suma a la denuncia y el desprecio y con la que la ciudadanía puede contar -al menos con la mía- en defensa de su libertad, plantando cara a los miserables y corruptos enemigos de la democracia.

Juan A. Pellicer.

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