Decía Orwell algo así como que «lo importante no era mantenerse vivo sino mantenerse humano». De alguna manera, esta cita me conduce a la reflexión sobre la dualidad del hombre: cuerpo y alma.
Espacios distintos que juntos dan sentido, completando nuestra razón de ser. Cuerpo y alma; razón y sentimiento.
En los tiempos actuales, ¿es posible actuar, caminar, relacionarnos, convivir al dictado de lo que nos marca solo el cuerpo? ¿Es posible, por el contrario, conducirnos solamente por los designios del alma? Quizá no pueda ser una sin la otra.
Cuando se hace mención al lado humano de la vida, se enfatiza esa parte que nos lleva al campo de los valores, sentimientos, emociones… Y es precisamente desde esta sutil percepción que apelamos cuando reclamamos para nosotros aquello por lo que subconscientemente nos movemos o nos gustaría movernos.
Procede, por tanto, insistir sin olvidar el cuerpo… y sus cosas. No dejar de lado las del alma porque ellas nos harán más fuertes, más libres y casi, desde la ceguera de mi cuerpo, eternos.
Juan A. Pellicer
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