Momentos de serena calma
donde el añil se cuela
entre las rendijas
del alma herida;
la voz rota
de gritar al viento
en la noche de nadie,
insondable magnitud
de eternidad desconocida
en cualquier pena.
Giran los recuerdos
haciendo de la negrura
pesado cuerpo sin alma,
escenario donde batirse
en duelo fatal
con el eco del otro yo
que nos lleva y abandona
en llanuras calladas
de desiertos de dudas.
Sobre ellos,
vacíos e inhóspitos,
se abre el mar mostrando otros caminos,
rutas de emociones
plagadas de reflejos
que escapan del alma
buscando la profundidad
de lo desconocido por llegar.
El mar y sus momentos,
serena calma inventada
para miradas perdidas;
gaviotas hablando
con el lenguaje del viento,
bailando al compás
de una ola distraída.
Este es el momento,
vivir otro imposible,
ser testigo de tanta belleza.
©Jpellicer
Momentos de serena calma©
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Esos besos de plata.
Son aquellos claro azules lejanos que se desbordan
al limite casi perdido a un horizonte en la mano
que casi trata de unir, cielo y mar por milenarias reyertas
cuando la luna intenta una y otra vez llevar a la paz de atardeceres.
A veces en esa ausencia selenita, plateada, tan quieta e iluminada
sin casi mover la brisa como un plafón de cocina.
Sin trompetas ni bocinas para llamar la atención,
no se esconde en las esquina, ni detrás de las cortinas
que forman llantos del cielo intentando una canción.
Pero la paz es sublime entre esos dos azules que nos regala la manga,
se desdoblan respirando en esa franja de luz que va dormitando lento
sin permiso del reloj, y se va marchando lejos hasta llegar a ese punto
donde pierde el contrapunto y se duerme en el sillón entre los brazos
nocturnos, sin permiso de farolas.
Ya es de noche llega el sueño,
y deseo entrar de nuevo en el sueño de los sueños
que me llevaran de nuevo al café de la mañana,
a la orilla de una rana que me da los buenos días,
deseándome de nuevo el abrazo que a la tarde
nos unirá nuevamente cuando desborde de nuevo
en el horizonte azul, en otro beso de plata.
Chema Muñoz©