España huérfana de oposición©

por | Ene 21, 2025 | 0 Comentarios

«El precio de desentenderse de la política es ser gobernado por los peores hombres» (Platón)

     Es tan cierta como trágica la situación política que estamos viviendo en España; es cierto que dicha situación no es algo casual o que haya surgido de alguna adversidad imprevista o confluencia planetaria insospechada que nos haya sorprendido por sus devastadoras consecuencias. Evidentemente es cierto que la degradación social, institucional y política que estamos sufriendo ha tenido sus, llamémosles, desgraciados e irresponsables artífices. Todos ellos (los que todos tenemos en mente) han contribuido, por activa o por pasiva, de manera directa o simplemente consintiendo mirando para otro lado, en esta deriva trágica donde sus intereses (los de ellos: políticos y/o personales) son lo único que les parecen importar. Están siendo capaces de socavar y someter el interés general por los suyos: ideológicos, fundamentalmente, aunque mucho me temo, no exclusivamente.

     Siendo todo ello cierto, creo que no es suficiente con conocerlo y asumirlo y, de alguna manera, denunciarlo, creo que debemos ir un paso más allá, aunque nos duela o nos pese. Y debemos preguntarnos: ¿Dónde está la oposición? ¿Dónde los contrapesos y salvaguardas para corregir esta anomalía democrática? ¿Dónde el poder de millones de votos -que son millones de voces- depositados en las urnas como muestra de confianza en los líderes del primer partido de la oposición? ¿Qué están haciendo salvo hablar, encogerse de hombros y esperar que «suene la flauta» del adelanto electoral? ¿Qué están haciendo estos acomodados y muy bien pagados señores de la oposición, salvo echarse un día sí y otro también, como máxima expresión de su incompetencia y frustración, cuando no, cobardía?

     La tibieza con la que esta oposición afronta su labor es, en sí misma, una traición a la confianza depositada por sus votantes. No es solo una cuestión de falta de estrategia o de liderazgo, es, como digo, una cobardía manifiesta que mina la moral de quienes, con su voto, les encomendaron la tarea de frenar los excesos del gobierno. Cada día de inacción, de cálculo electoralista y de gestos vacíos, no hace más que erosionar la credibilidad de una oposición que parece más interesada en la supervivencia de sus propias estructuras que en la defensa de los principios democráticos.

     Resulta descorazonador ver cómo, ante el desmantelamiento progresivo del Estado de Derecho, quienes deberían ser el dique de contención se limitan a ser espectadores de lujo, espectadores bien remunerados y acomodados en la inercia del sistema. No se trata solo de denunciar, se trata de actuar, de ofrecer una alternativa real, de devolver la ilusión y la confianza a una ciudadanía que, cada vez más, se siente abandonada y desprotegida.

     Es imperativo que la oposición abandone su papel de mera comparsa, que recupere la valentía política y la responsabilidad histórica que le corresponde. Los españoles no merecen una oposición pusilánime, sino una oposición decidida, audaz y, sobre todo, coherente con el mandato que les fue otorgado en las urnas. La democracia no se defiende con tibiezas ni con cálculos oportunistas, sino con determinación y coraje.

     Creo que ha llegado la hora de mirar a los ojos al tirano y su tiranía y, no decirle, sino demostrarle democrática y decididamente que su «maldito juego» ha terminado.

     Juan A. Pellicer

Sursum Corda (Arriba los corazones)

 

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