Esperanza: Trinchera o Rendición©

por | Ene 2, 2025 | 2 Comentarios

«El Pueblo es más grande que sus tiranos, y su Ejército es la resistencia»  (Luis G. Carrillo Navas)

 

 

     Renunciar a la esperanza es negar nuestro propio futuro, abocarnos entregados al capricho de lo infecto e indeseado. Renunciar a la esperanza es, de alguna manera, hacernos “monstruos de barro” en nuestra propia contradicción.

     La esperanza no es un dulce consuelo, ni una farsa, ni un placebo para calmar y aplacar conciencias. Es un grito que resuena en el corazón del hombre que se siente libre, una declaración de guerra contra el despotismo de la resignación. En tiempos como los nuestros, donde la incertidumbre, falta de respeto e inmoralidad basada en la incredulidad generalizada amenaza con devorarlo todo, abrazar la esperanza no es un acto ingenuo, sino una acción desafiante, un enfrentamiento directo y moral contra la realidad que pretende aplastarnos y los responsables de la misma. La épica de una respuesta.

     Vivimos en un mundo donde los tiranos y corruptos prosperan en el miedo, y los ciudadanos, muchas veces, se convierten -nos convertimos- en sombras de lo que podríamos ser. Cada día nos bombardean con el veneno de la indiferencia, de la injusticia institucionalizada, de las libertades arrancadas de cuajo, con la indignidad de la continua humillación. Sin embargo, el hombre tiene en su interior una chispa indomable, una que cuando se aviva, arrasa con todo lo que pretende esclavizarlo.

     La esperanza no es un refugio; es una trinchera. Es la certeza de que, aunque el presente nos hiera, el futuro sigue siendo nuestro campo de batalla. No se trata de esperar pasivamente, sino de actuar con rabia constructiva, desde la convicción de que cada pequeño acto de resistencia cuenta, de que nuestra capacidad para reinventarnos es mayor a cualquier intento de someternos.

     Amanecer con esperanza no es simplemente abrir los ojos. Es abrirlos con desafío, con la voluntad de hacer frente a las sombras que se ciernen sobre nosotros. Es levantarse sabiendo que cada paso hacia adelante es un golpe contra la desesperación, que cada gesto de humanidad es un ataque directo a quienes buscan deshumanizarnos. La esperanza es la fuerza que convierte al hombre en más que carne y hueso; es lo que nos recuerda que somos ideas, principios y pasión. Es la concepción, quizá, más pura y excelsa del honor.

     Renunciar a la esperanza sería entregarnos al sistema que nos asfixia y anula, permitir que lo indeseable marque el ritmo de nuestras vidas. Al contrario, aferrarse a ella es rebelarse desde el compromiso con uno mismo, es mantener en alto la dignidad frente a la corrupción, la ofensa y la opresión. La esperanza es la llama que no se apaga, incluso cuando todo parece perdido.

     Hoy, recién comenzado este 2025, cuando el aire que respiramos parece estar envenenado por la incertidumbre, cuando la tiranía se disfraza de inevitabilidad, la esperanza quizá sea nuestra arma más poderosa. No porque sea fácil, sino porque es necesaria, imprescindible diría yo. Porque nos exige creer, no en fantasías, sino en la capacidad brutal y hermosa del ser humano para resistir, para construir, para soñar incluso cuando soñar duele. La fuerza capaz de aglutinar millones de corazones como uno solo.

     Este no es un llamado a la conformidad, sino a la lucha tan pacífica como activa y enérgica, porque la esperanza no es un privilegio, es un derecho. Una obligación hacia nosotros mismos y hacia quienes vendrán tras nosotros. Porque mientras quede un hálito de esperanza, queda también la posibilidad de prender el incendio que consuma todo lo que nos oprime. Todo lo que social y moralmente nos condena incluso, y esta es parte de la tragedia, a renunciar a nosotros mismos.

     Mis mejores deseos para que en el nuevo año nos traiga salud para el cuerpo y esperanza para el alma. Que el honor sea el que presida nuestras mesas y el compromiso con nuestra libertad, quién guíe nuestros pasos.

     Juan A. Pellicer

    Sursum Corda (Arriba los corazones)

2 Comentarios

  1. José M.

    Firmo y rubricó puntos y comas siendo extensible al mundo que trabaja por y para la contra de tanto sinvergüenzas que joden al mundo, honrados patriotas de cada uno de los países que sufren tanto criminal de chaqueta y corbata
    En esos gobiernos con gentuza mafiosa en sus carteras.

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    • Pellicer

      Muchas gracias José M. por hacerte eco de estas letras sumando tu complicidad con ellas.
      Un abrazo

      Responder

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